sábado, 11 de noviembre de 2017

Confesiones De Un Maldito Pervertido Enamorado 1


Me encontraba literalmente estresado, debía cumplir con las normas establecidas por la tienda para tener un buen desempeño y salir tranquilo a la hora habitual.
Acomodé toda la mercancía que visiblemente era un desastre. Sin embargo no pude ir limpiando el suelo porque aun habían algunos clientes dentro de la tienda, mi cuerpo me exigía el poder sentarme, algo que se encontraba lejos de llevarlo a cabo, mientras hubieran clientes en la bendita tienda no podría posar mis nalgas en algo cómodo, si es que se puede llamar cómodo a un tonto banco de madera, que no cuenta con respaldo.
Mientras acomodaba algunas piezas de vestir, me percate que un individuo me miraba desde fuera de la tienda, era una mirada normal, pero no perdía ni por un segundo las acciones que mi cansado cuerpo cometía.
¿Acaso se esta fijando en mí?- pensé ya que ni siquiera poseo buen cuerpo, y ni hablar del uniforme. Una mierda, ya que no se puede llamar uniforme, es un simple jean, y una chemise blanca, ese día llevaba mi cabello libre como desde que lo había cortado para estar un poco a la moda. Pero todos esos detalles solo me hacen más Nulo de lo que ya soy.
Gracias a dios, que él tipo se retiró y dejo de observarme a través del vidrio que nos separaba. Debo admitir que su mirada me hizo sonrojar, un hombre muy simpático, de tez blanca y cabello claro, con ojos ligeramente verdes me hizo estremecer.
Al cabo de unos treinta minutos, volvió a pasar frente a la tienda, y de nuevo me busco con la mirada, yo hacia tan solo unos diez minutos que me había sentado, pero antes de que él pasara frente a la entrada de ka tienda, entraron unos posibles clientes, me levante para atenderlos, y así él susodicho de nuevo se quedo detallando cada movimiento que mi cuerpo ejercía, una vez se retiraron loa clientes y yo estaba por colocar de nuevo en su sitio algunas de las cosas que anteriormente había mostrado a aquellos clientes, Él rubio decidió entrar a la tienda, uno de mis compañeros se decidió al fin a atender a alguien y se dispuso a tratar amablemente al joven, pero dicho rubio cortésmente le dijo a mi compañero que no estaba interesado en comprar, que solo estaba observando algunas cosas.
Yo en cambio quería observar un poco más a ese coqueto rubio, y no dude en seguir un poco cerca a donde él se disponía a ir.
Una vez lejos de mis compañeros y fuera de su campo de visión, el rubio me dedico unas palabras.
¿A qué hora sales?
Quedé un poco frío, pero respondí a las nueveÉl sonrió nuevamente dejándome inquieto y deseoso de probar sus labios. Quería sentirlo y que me sintiera.
Luego dijo que pasaría por mi frente a la tienda a las nueve y cinco para que mis compañeros no dijeran nada.
Acepte casi de inmediato, luego de eso se retiro de la tienda, dejándome deseoso de que pasaran aquellos treinta minutos que faltaban para poder besarle y rozar su cuerpo.
El resto del tiempo paso lentamente, casi como una tortura haciéndome estresar, limpie en conjunto a mi compañero para acabar rápido y eficientemente. Una vez marcadas las nueve en el reloj, el gerente se dispuso a cerrar la tienda, todos salimos una vez apagado todo y cerramos las puertas de vidrio, mi compañero y jefe preguntaron si me iría con ellos como hacia prácticamente todos los días. Pero esta vez no acepté, ya que había un rubio, sonriente que se acercaba lentamente hasta donde me encontraba.
Él, una vez mis compañeros se alejaron, decidió acercarse para conversar un poco conmigo. Pasados unos cinco minutos se ofreció llevarme en su auto, hasta una estación de metro cercana, asentí para poder seguir cerca de él. Quería que dejáramos de ser tontos, que fuéramos al grano. No había que seguir perdiendo tiempo. Y no faltaba más. Una vez dentro del auto, sin siquiera haber encendido el auto, se acerco peligrosamente a mis labios, besándome de manera posesiva y demandante de lujuria, de inmediato mi lívido se encendió.
El beso duró poco, debíamos retirarnos del estacionamiento del centro comercial, antes de llamar la atención de algún vigilante, para no pasar un mal rato.
Salimos del estacionamiento y una vez dirigidos a la zona donde ambos vivimos, (que es relativamente cerca) tomó un desvío para llevarme a una zona universitaria en la cuál fácilmente podríamos hacer lo que queramos sin que nos interrumpan, y eso hicimos, llegamos al lugar y estuvimos cerca de la facultad de medicina, su auto, un Spark cómodo a pesar de ser reducido para dos personas ardiendo de lujuria, se hizo agradable el ambiente, lo primero que hicimos fue besarnos posesiva y fogosamente.
Para luego retirar las prendas lentamente, hasta quedar sin ropa alguna. Su pene erecto demostraba la necesidad de ser atendido, y mi boca deseaba ahogarse con aquel miembro.
Sentir sus venas, aquel grosor que dejaría inmóvil a cualquiera, pero que en mí, despertaba la lujuria, procedí a masturbar su miembro con ambas manos, mientras escupía y lamia su glande.
Sus ojos estaban llenos de placer, se podía observar toda la emoción que el sexo oral le provocaba a su cuerpo marcado y fibroso.
Mordía sus muslos y lamía el camino de sus muslos hasta su miembro. De su pene brotaba aquel líquido pre seminal que dejaba en evidencia las ganas de llegar más lejos.
Algo que pensaba permitir, pero antes él debía regalarme placer a mí también.
Lo hizo, me tomo, volteo mi cuerpo de manera rápida y certera, fue fascinante verlo jadeando frente a mi, con su miembro aun excitado, pidiendo ser atendido nuevamente, pero no se podría, porque el tiempo era limitado, debíamos seguir como íbamos, pero hacerlo de manera rápida, sin perder la adrenalina del momento, así que tomo mi miembro en su mano derecha, y comenzó a masturbarme, mientras me miraba directamente a los ojos, era embriagador, y completamente pervertido, mientras él me miraba, yo mordía mi labio inferior con lascivia, juro que me tenia en el éxtasis, y me hizo procurar varios gemidos al momento de llevar mi miembro a su ya ansiosa boca.
durante unos varios minutos disfruto de mi miembro entre su boca, moviendo su lengua cada vez que sentía era necesario, hasta que sin mediar palabras, me puse boca abajo, y sin preparación previa, me penetro, haciéndome gritarle varias maldiciones, maldiciones que se desvanecieron por el placer que aquel dolor me brindaba.
si me encanta ser torturado de esa manera, que me hagan gemir con lujuria.
al principio solo dio tres estocadas certeras, para luego comenzar un vaivén embriagante, quería gritar su nombre, pero a pesar de nuestra conversación previa, nunca nos llegamos a decir los nombres, ambos estábamos deseosos de placer, necesitábamos esto. 
ya no aguantaba mas y me corrí sobre mi abdomen... a los segundos él también termino y saco su miembro de mi entrada. 
luego simplemente limpiamos aquel desastre y como los desconocidos que eramos, procedimos a vestirnos, él me llevo con su auto a la estación de metro mas cercana, y cada quien siguió su camino como si ni quiera nos hubiéramos topado antes.

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